miércoles, 31 de marzo de 2010

"El Amenazado"


Del libro "El oro de los tigres" 1972
:

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.

Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa
máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. De que me servirán
mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el
aprendizaje de las palabras que uso, el áspero Norte para cantar sus
mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca,
las cosas comunes, los hábitos, el joven amor d e mi madre, la sombra
militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta
a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas,
pero la sombra n o ha traído la paz.

Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la
espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

El nombre de una mujer me delata.

Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges.


martes, 30 de marzo de 2010

"Annabel Lee" (1849)


Del libro "Poesías Completas"


Fue hace muchos y muchos años, en un reino junto al mar,
habitó una señorita a quien puedes conocer
por el nombre de Annabel Lee;
y esta señorita no vivía con otro pensamiento
que amar y ser amada por mí.

Yo era un niño y ella era una niña
en este reino junto al mar
pero nos amábamos con un amor que era más que amor,
yo y mi Annabel Lee,
con un amor que los ángeles sublimes del Paraíso
nos envidiaban a ella y a mí.

Y esa fue la razón que, hace muchos años,
en este reino junto al mar,
un viento partió de una oscura nube aquella noche
helando a mi Annabel Lee;
así que su noble parentela vinieron
y me la arrebataron,
para silenciarla en una tumba
en este reino junto al mar.

Lo ángeles, que no eran siquiera medio felices en el Paraíso,
nos cogieron envidia a ella y a mí:
Sí!, esa fue la razón, como todos los hombres saben
en este reino junto al mar,
que el viento salió de una nube, helando
y matando mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
de aquellos que eran mayores que nosotros,
de muchos más sabios que nosotros,
y ni los ángeles ni el Paraíso encima
ni los demonios debajo del mar
separarán jamás mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee.

Porque la luna no luce sin traerme sueños
de la hermosa Annabel Lee;
ni brilla una estrella sin que vea los ojos brillantes
de la hermosa Annabel Lee;
y así paso la noche acostado al lado
de mi querida, mi querida, mi vida, mi novia,
en su sepulcro junto al mar,
en su tumba a orillas del mar.

Edgar Allan Poe

jueves, 25 de marzo de 2010

-Sin título-


Del libro de fotografía:
"Los objetos de este espejo, están más cerca de lo que parece"

Cierta amiga me dijo en una ocación que había soñado que era otra y que, aunque pudiera parecer absurdo, ya no estaba segura de sí misma. A partir de aquel día empezó a tener problemas con los recuerdos. Se apropiaba de aquellos que le gustaban, y si era necesario los inventaba para amueblar con ellos su memoria. Una noche inolvidable me confesó que tenía un amante perverso que se llamaba Winogrand y que la obligaba a bañarse con un cerdo. Acabó convirtiéndose en una mujer desorientada y feliz. Y no es éste el único caso que conozco de afortunada confusión.

Un hombre al que quiero mucho me explica a veces cosas de su pasado que en realidad le han sucedido a otros, o a mí o que ha leído en alguna parte, como aquel periodista que, por seducir a una desconocida en una fiesta, contó como propio un relato de un libro que le gustaba, y ella, tras escucharle atentamente, le constestó con un escueto: yo también he leído ese cuento de Benet. Se convirtieron en pareja gracias a un recuerdo falso. ¿Falso? Yo he estado en Ibiza allá por los cincuenta, dentro de un avión que no se detuvo en el momento que aterrizaba y que acabó rodando por los campos entre una nube de polvo.

Cuando por fín los matorrales acertaron a pararlo, el piloto saltó de la carlinga y, volviendose a un mécanico solitario que llegaba echando el bofe desde el lejano edificio de la terminal, le gritó ¿Quién coño ha revisado los frenos de este trasto? Es éste un recuerdo mío, que he escrito mejor que podido con el sueño confeso de que fuera también un recuerdo para otros. Por lo mismo, yo he entrado de niño en un bar, he metido una moneda en un gran vaso de cristal lleno de ellas, y a continuación me he devanado los sesos intentando adivinar el dinero que allí había, para así ganar la apuesta y comprar una dentadura nueva para mi hermana, que quería ser bailarina. Éste es un también un recuerdo mío, pero no lo escribí yo, sino Truman Capote.

Algo parecido sucede con los viajes y las ciudades lejanas. París, para mí es lo que mi madre me contaba de sus estancias allí - al hablarme se ensoña- ha tanto que llegaba a olvidarse de que yo estaba delante de ella -, y las imágenes de Cartier-Bres- son que veía en un libro en casa de mi tío. Luego visité varias veces esa ciudad que ya tenía en la memoria, sin lograr hacerle más mía de lo que ya era. Por otro lado ¿quién no ido a sacar fotos a la playa con Lartigue y sus amigos, entre los que probablemente se encontraba los Fitzgeral, Zelda siempre demasiado nerviosa mientras su marido la miraba con los ojos turbios, tristes y dispersos? ¿Y quién no ha emprendido alguna vez - aunque fuera sólo ese momento indefinido antes de dormise - la larga travesía hacia Samoa junto a Marcel Schwob, en busca de la tumba de Stevenson, emplazada en el corazón mismo de la aventura?. De hecho, la verdadera nostalgia no es tanto un deseo de volver al pasado como una herencia de la fotografía y de la literatura.

Por que hay fotografías que quedan habitadas de inmediato por la mente del que las contempla. Se convierten en un recuerdo de algo que nunca se vio, como los mejores párrafos de Nabokov. Y es que la memoria es un gran almacen lleno de imágenes y de pensamientos prestados. Conozco bien Lisboa, aún sin haber estado nunca allí, gracias a las fotografías que he visto de ella y a la silueta de Pessoa, ingrávida y difuminada como las de los pascantes anónimos que aparecen en las vistas urbanas.

Llegamos a las imágenes por casualidad, de la misma forma que se atrapan por la calle miradas fugitivas que se desvanecen al instante. Tengo un amigo que se enamoró de una mujer a la que vió por el espejo de una mujer a la que vio por el espejo retrovisor de su automóvil. Bajó el crista de la ventanilla y asomó la cabeza para volver a verla, pero ella ya no estaba. Nunca pudo olvidarla, y poco a poco se fue convirtiendo en un maestro de la fugacidad. Cogió miedo al poder que tienen las imágenes más efímeras para volverlas eternas en la memoria. Una tarde fui con él a una exposición de fotografía. La recorrió con paso vacilante y la mirada llena de ansiedad, y salió de nuevo a la calle agotado como si hubiera hecho un largo viaje. Lo había hecho, aunque a su manera. Cuando mi amigo vea este libro dirá que es cierto que los objetos en el espejo están más cerca de lo que parece, y es probable que acto seguido se vuelva definitivamente loco.

Lo demás disfrutaremos del libro y de todos los recuerdos que contiene. Yo tuve la suerte - un atardecer casi inmóvil- de ver fotografías que pueblan éstas páginas extendidas sobre un gran tablero, bajo la luz de unas lámparas que dejaban en penumbra el resto de la habitación. Por el suelo amontaban los libros de los que saldrían las citas que acompañan a las fotografías. Paseé un buen rato en torno aquella mesa llena de imágenes dispersas y fugitivas. Luego, por la noche, sentado en un restaurante, cerraba los ojos y veía alguna de ellas. Mi memoria, agradecida, se entretenía jugando con los recuerdos de aquel paseo en torno a una mesa, que había convertido un día nodino en rico y complejo. Hablé poco durante la cena. La mujer con quién miraba en silencio y sonreía. Pense que era una suerte estar enamorado de alguien que no desaparecía cuando lograbas bajar la ventanilla del coche, y que era una suerte llevar grabadas en la memoria las imágenes de este libro juntamente con el rostro de un amigo que murió hace algún tiempo, y con la pequeña habitación de mi infancia, llena de escondidas y secretos, y con el piloto que saltó enfadadísimo del avión y con la dentadura nueva de mi hermana, que quería ser bailarina. Miré a la mujer que cenaba delante de mí y sonreía. Decidí, entonces escribir algo sobre aquel amante que la obligaba a bañarse con un cerdo, y agradecer también a los fotógrafos que me permitieran recordar lo que nunca había visto. Sin todos ellos mi memoria habría sido tan sólo un almacén lleno de trastos sin importancia.


Pedro Zarraluki


jueves, 4 de febrero de 2010

Solamente.

" ya comprendo la verdad
estalla en mis deseos

y en mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios

ya comprendo la verdad
ahora
a buscar la vida"


Alejandra Pizarnik

Fuente:
http://amediavoz.com/pizarnik.htm#SOLAMENTE

lunes, 1 de febrero de 2010

Nada retiene bajo la luz.


De Reverencial:

"Ningún camino me pertenece

ni yo soy suyo para nada. ¿Quién atesora
migraciones de nubes a la orilla del viento?
Abro los días por la puerta del mar
y en las corrientes planto mi casa, bebo
los torbellinos.
La luna me comprende con estaciones de intimidad
y luego vamos cada quien, ella creciendo
con mi lumbre por dentro, yo con la capa
de los jinetes a pleno sueño.
Ondulaciones en la hierba, sé sus andanzas
de lluvia o sol, y el vencimiento de los árboles
muertos por hacha, y el corazón
abierto de las piedras.
Nada retiene bajo su luz, y así mi abrazo
rodea las cinturas de las espumas
y cuando nazco de raíz pienso en el aire
y el horizonte sobre mi mano.
Se me vuelve un tesoro
los días del universo.
Sus regalos destellan
por el instante de mi voz
y pronuncio la fuga de las arenas en mi puño
con júbilo las estrellas
y hago silencio".

Eleazar León

Fuente: http://www.k-minos.com/

Asilo en otro cuerpo.

"Mi cuerpo es el lugar donde momentáneamente
he encontrado asilo. Lo que más temo en este nuevo
estado es que pueda ser víctima de una orden de
desocupación y que entonces no tenga yo
otro cuerpo a donde ir.

A menos que me asignen cupo en un galpón del cielo".

Juan Calzadilla

Fuente: http://www.vivir-poesia.com/asilo-en-otro-cuerpo/


domingo, 31 de enero de 2010

Nihilismo.


De
"Persuación de los días":

Nada de nada:
es todo.
Así te quiero, nada.
¡Del todo!...
Para nada.

Oliverio Girondo


 
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